miércoles, 21 de noviembre de 2007

Lo que Deja la Renuncia de Hugo Basilotta

En estos días hemos recibido la confirmación de la renuncia a la aspiración de presidir el club de Hugo Basilotta. El propio implicado lo dejó claro en declaraciones radiales.
La noticia no es buena desde ningún punto de vista, tanto en si misma como por lo que develan las circunstancia que la rodearon y aparentemente la generaron.
Hugo Basilotta es un empresario integrante de una familia ligada a Vélez desde hace muchas décadas. Durante muchos años apoyó al club y a los medios que lo difunden desde su aporte publicitario, la mayor parte de esos años no poseía aspiración política alguna. El actual oficialismo lo convenció de formalizar de algún modo este permanente apoyo a Vélez transformándose en Representante (luego de que Basilotta rechazará un lugar muy superior).
Desde allí su aporte a Vélez creció enormemente, mostró su capacidad de gestión con acciones concretas, una de ellas nada menos que convencer a Ramón Díaz de que debía tomar a Vélez como técnico.
Pero la estructura de liderazgo carismático del oficialismo chocó con él, es un modo de organización humana que no admite competencias en protagonismos, por más buena intención que los movilicen.
Desde entonces Basilotta debió buscar canales alternativos para seguir apoyando al club, se convirtió en un opositor. En poco tiempo fue el principal referente de la oposición en Vélez.
Hoy, en una decisión errada decide bajarse de ese lugar. Lo más grave es que lo hace por considerar que la política del club esta viciada, y el conoce muy bien al oficialismo y a parte de la oposición, allí está lo más preocupante.
Si vemos que muchos otros hombres valiosos para Vélez se niegan a entrar en la política del club y con ello quedan permanentemente afuera de los lugares claves de decisión, no nos queda más remedio que darle algo de razón.
El resultado de todo esto es que el Gámez - Basilotta que se veía en el horizonte del 2008 hoy se ve despoblado de ambos contendientes, las opciones son entonces de menor valía. Esto especialmente en el oficialismo, cuyos mejores hombres siempre se autoanularon debajo de un líder con el don preciado de la seducción política. Ello daba a la oposición una enorme posibilidad de cambiar el rumbo del club. Hoy la ida de Basilotta deja a este sector en la incertidumbre, muchos que le prometían fidelidad han corrido a cobijarse en el oficialismo, lamentablemente nada menos que la agrupación que gobernó al club durante más años.
La oposición debe recomponerse y mostrar una unidad fuerte y capaz, hombres sobran, basta nombrar a Don Ricardo Petracca ¿No podría ser la prenda de unidad que enfrente al oficialismo con fuerza? También nos permitimos rescatar nuestra idea de una interna abierta que genere en si un movimiento de socios que se vuelva activo a favor del club.
Si alguna de estas alternativas (u otra) se concretara y la oposición llegara a la conducción del club, una de sus prioridades debe ser recuperar la colaboración activa de hombres como Hugo Basilotta, que sus intenciones de ayudar a Vélez no mueran en manos de una política interna devoradora de los mejores hombres. Hay lugares importantísimos no electivos, como encabezar departamentos que se quieran desarrollar al máximo. Pero de ningún modo podemos seguir perdiendo a nuestros mejores elementos en manos de los choques estériles entre velezanos.

Alejandro Irazabal

miércoles, 5 de septiembre de 2007

Licenciados en Arcología

Los velezanos estamos atravesando una experiencia que resultará enormemente enriquecedora, vamos en camino a convertirnos en expertos especialistas del arco. Así como durante años la platea de Independiente fue famosa por su gusto exquisito por el toque, la parcialidad de River por su predilección por el juego ofensivo, la de Boca por impulsar la garra en sus jugadores o la de Estudiantes por valorar las estructuras defensivas; los hinchas de Vélez vamos en camino de hacernos famosos como perfeccionistas del arco.
Ya me imagino en el futuro a arqueros llegando al club declarando cosas como: "Para mi es un desafió enorme venir a esta institución, todos sabemos que el hincha de Vélez esta los 90 minutos con los ojos sobre su propio arco". Muchas veces hemos dudado de la existencia de una identidad futbolística propia de los fortineros, ahora parece que vamos en camino de encontrarla, pronto seremos "arquistas".
El nacimiento de nuestra especialización es producto de la actitud que hemos tomado ante Sebastián Peratta. Cada gol que recibe nuestro equipo es sometido a un análisis meticuloso que no tiene antecedentes en nuestro club (y creo que en ninguno).
Ante un mismo gol se han armado debates entre eminentes representantes de "escuelas" distintas, algunos decían: "debió salir antes", otros: "no debió salir"; ante otro escuche de sabios labios un "no cubrió el segundo palo" (!?). También se le critica supuestas deficiencias en los centros (el último arquero efectivo en los centros que vi en Vélez fue Navarro Montoya) o se mide la velocidad de sus piernas, o su ubicación en el campo cuando la pelota está en el campo rival, y seguramente no debe faltar alguno que este observando atentamente esa extraña leve inclinación del torso que presenta cuando sale al campo de juego.
Desde acá me atreveré a hacer algunas sugerencias para perfeccionar aún más esta nueva especialización en la que nos estamos formando. Primero, es indispensable el análisis comparativo, podríamos hacer el mismo seguimiento minucioso con todos los arqueros del fútbol argentino y compararlos con el nuestro. Luego, el mismo ejercicio deberíamos hacerlo (videos mediante) con arqueros anteriores de Vélez, tal vez nos sorprendamos y valoremos lo que tenemos de otro modo.
Para colmo la llegada de un arquero en los últimos días profundizó aún más esta histeria analítica arqueril. No dudo de las condiciones de Montoya, pero recordemos que cada año arqueros de equipos descendidos se lucen, es muy difícil no hacerlo cuando te llegan 20 veces por partido. Para saber quien es realmente Motoya debemos ver si está a la altura del arco de Vélez, cosa que Paratta demostró más veces de las necesarias para que se lo deje en paz.
Pero la pregunta es ¿A que debemos el despertar de este profundo interés analítico por nuestro propio arco? ¿Al hecho de que se dice que a un influyente dirigente no le gusta? ¿O tal vez la educación que los velezanos tenemos sobre la importancia de los inferiores nos haga sospechar de un arquero que no paso por ellas?
Estas son posibles razones del emerger de la comprensión de la importancia de cada cosa que pasa debajo de nuestros tres palos. Pero en mi opinión una de las causas principales de la intolerancia ante el 1 de Vélez está no en algún defecto sino en una virtud: Peratta no es un arquero tribunero. Peratta deja una imagen de simplicidad en pelotas que no la tienen. Cosa rara en un arquero, que por lo general, junto con los centrodelanteros, son los jugadores más individualistas. Peratta es un jugador con un sentido colectivo incentivado al máximo (tal vez porque no se formó en su infancia y adolescencia en ese lugar).
Hace un tiempo en una entrevista a nuestra revista nos decía: "hay arqueros sensacionalistas y otros preferimos hacer las cosas lo más simple posible porque consideramos que es lo mejor para el equipo, tratar de no dar corners por hacer una volada espectacular, tratar de no agrandar a los contrarios haciéndoles creer que están cerca de hacernos un gol, yo busco todo lo contrario, que gracias a esa simpleza el equipo se sienta cada vez más seguro".
Por suerte Peratta tiene una masa de hinchas que lo defienden como lo merece, las encuestas en internet de tres webs velezanas lo demuestran, entre ellos me situó yo con esta nota que finalizó con la siguiente paráfrasis de Bianchi: Peratta es uno de los cinco mejores arqueros del país, pero todavía no encuentro a los otros cuatro.

Alejandro Irazabal

jueves, 16 de agosto de 2007

¿El Fútbol es un Negocio?

Es común que cuando algún socio o hincha peca de romántico en algún pedido o reclamo, los dirigentes de nuestro club, o de cualquier otro, nos contesten “el fútbol es un negocio”. Pero, desde el lugar en el que Vélez está parado, ¿es esto cierto? En esta nota nos permitiremos poner en duda la afirmación.

Primero demos la derecha a esos dirigentes tan bien consustanciados con la cruda realidad. Si ellos tienen razón, si el fútbol es un negocio, debemos sacar las conclusiones del caso: El fútbol ha tomado dimensiones tales que hacen imposible que no caiga en la lógica monopolizadora con la que el sistema económico mundial tiñe todo lo que toca. Y así es, la lógica de la concentración invade hasta a los mismos clubes.
Para comprobarlo basta observar el comercio mundial de pases. Marcelo Bielsa alguna vez lo dejó bien graficado: “Es la lucha del rico y el pobre. Por ejemplo si Boca vende a Riquelme sin sacar provecho de sus condiciones, entonces se puede decir que Boca es a Juventus lo que Argentino Juniors es a Boca”.
Esta desigualdad se ve también en los precios de esos pases de jugadores. Salvo que aparezca algún Jeque que aún no esté totalmente inmerso en las 40 del mazo del mercado mundial del fútbol, la mayoría de nuestros clubes deben vender a 5 lo que River vende a 10 a un club de Europa, para luego (después de un tiempo tan corto que hace imposible que su nivel futbolístico cambie sustancialmente) ese club europeo lo venda a 50 a otro del mismo continente ¿Qué diferencia hay entre esto y los precios que pagan por nuestras materias primas para luego multiplicar su precio? Una: En esta segunda etapa la materia prima se convierte en un producto elaborado, en cambio en el fútbol el producto es vendido desde el comienzo totalmente formado a precios abismalmente disímiles.
Lo mismo ocurre con respecto al mercado masivo de consumidores, si alguien quiere invertir en el fútbol, con el mercado argentino dominado en más de un 70% por dos equipos, no queda mucho margen para evaluar donde se debe poner la mayor cantidad de dinero. La misma diferencia se ve en las ventas de merchandising o ropa deportiva, las giras por China o Corea, la plata de la TV, etc., etc. Pero incluso en estos aspectos en que los dos argentinos más grandes superan al resto de sus compatriotas, sólo recogen migajas al lado de lo que recaudan los grandes de Italia o España.
Por ello, si consideramos que el fútbol es un negocio, la primera conclusión es que de él no podemos vivir más que en crisis permanente hasta que cada tanto un rey mago venido de oriente nos llene de dólares.
Pero aquí nos comenzamos a acercar al sentido de esta nota ¿Pueden esos grandes que consiguen muchos más ingresos que nosotros obtener réditos económicos con el fútbol? La respuesta es categóricamente NO. El fútbol no es un negocio para ningún club de este mundo, más allá de alguna circunstancia coyuntural que actúa más como excepción que como regla. El fútbol da pérdida de por si, en la Argentina y en Italia. El ordenamiento mundial que ha tomado el fútbol no deja posibilidad alguna para que ningún club, SA o asociación civil, pueda existir de otra forma más que incrementando constantemente su pasivo.
En Argentina esto lo vemos en los dos clubes que más recursos obtienen, es público desde hace un tiempo la situación a la que ha llevado a River el mantenimiento de un plantel estelar. Pero, según las denuncias de la oposición y algunos periodistas, la deuda de Boca es similar y hasta mayor. De hecho Macri reconoció en un reportaje radial el año pasado que el déficit mensual de su club era de más de un millón de pesos. El propio balance de Boca correspondiente al período 2005-2006 arrojó un pasivo de $75.417.000, esto a pesar de haber percibido ingresos por transferencias de jugadores por $35.000.000 y de la venta de La Candela.
Pero no crean que esto es distinto en los clubes que dominan el fútbol mundial. El Barcelona acumulaba en 2006 una deuda de 336 millones de euros. El Real Madrid “puede festejar”, su pasivo es de “sólo” unos 250 millones de euros, pero debemos agregar que a este club le llaman “república bananera” porque contrajo su propia “deuda externa”.
Inglaterra se está convirtiendo en el gran mercado del fútbol mundial, será por ello que las deudas de los españoles no son nada comparadas con el pasivo oficial del Manchester, nada menos que 963,6 millones de euros.
En Italia el asunto es general. Hace poco trascendió que los clubes italianos tendrán graves problemas debido a los más de 500 millones de euros de deudas que acumulan con el fisco.
La Liga Alemana de Fútbol (DFL) reconoció hace un tiempo que los clubes alemanes debían 698 millones de euros, la prensa estimaba que la deuda real pasaba los 800.
En resumen, si ellos no pueden obtener rédito del fútbol, ¿quién puede hacerlo? Nadie.
Por esto decimos a esos dirigentes de clubes que posan de tener tan bien puestos los pies sobre la realidad: El fútbol no es un negocio.
Claro, aclaremos, no lo es para quienes forman parte directa del mundo del fútbol. Para los agentes externos a él la realidad es otra. Porque a esta altura seguramente se preguntarán ¿Cómo se sostiene esto? ¿A quién le sirve? En la respuesta a estas preguntas está la explicación a este estado de cosas.
Silvio Berlusconi, a poco de asumir la titularidad del Milan, declaró que esta entidad significaba sólo el 1% de la facturación de su grupo empresario, pero que estaba conciente que todo su holding sería juzgado por los resultados obtenidos por el Milan. Como sabemos hoy, para Berlusconi el Milan era una plataforma para jerarquizar el resto de sus empresas y catapultarse políticamente, una especie de publicidad inmejorable para sus negocios y para el. En función de eso debía armar equipos con los mejores valores del mundo sin importar cual sea el costo para el club, estaba en juego su carrera política y su empresas. En la Argentina tenemos un seguidor de esta estrategia exitosa, y como el italiano sabía que ante el éxito deportivo el sería juzgado positivamente, sin importar la situación económica del club.
Así se puede usar el fútbol productivamente sin importar las finanzas de sus actores directos, lo importante son las de sus usuarios externos, los más importantes son la TV y los sponsors que esta hace posible.
En 1993, Ávila ofrece Fútbol de Primera a Telefe. Telefe no acepta por no cambiar de horario a su programa más exitoso, Ritmo de la Noche. Ávila acuerda con Canal 13. El programa de Tinelli tiene ese año tres veces más audiencia que Fútbol de Primera, pero este obtiene 7 veces más ingresos que su vencedor en las mediciones de rating.
Es que el deporte en general y el fútbol en particular no es sólo un productor de grandes audiencias para empresas que quieran difundir sus productos y servicios, el deporte es un prestigiador de todo lo que se le pegue a él. Así, empresas como Coca Cola suelen preferir colocar publicidad en juegos deportivos de no demasiada repercusión de público, es que sabe que ligar su imagen a la actividad deportiva generará un posicionamiento jerarquizado de su producto.
El fútbol potencia aún más este efecto. La TV es la principal beneficiaria de esta estrategia publicitaria, porque el fútbol efectivo para un sponsor es el fútbol televisado, no sólo por la mayor cantidad de espectadores, sino también porque en el imaginario social (en especial el de la clase media, el principal consumidor) aquello que se televisa es considerado trascendente y prestigioso.
Este negocio prestigiador requiere de “prestigiadores” adentro de la cancha. Por ello se producen disputas por cualquier jugador que destaque un poco, subiendo los valores a precios absurdos, y son estos mismos precios absurdos los que los envisten con la imagen de “estrellas”, elevando a su vez el valor de la publicidad en la TV, que es quien lleva sus muchas veces apenas discretas capacidades futbolísticas a todos los hogares del mundo. Los ingresos de la TV se acrecientan, los efectos publicitarios se hacen más fuertes para los sponsors y el dinero… lo ponen los clubes, ya sean asociaciones civiles o SA, en general en manos de hombres ligados de algún modo a la TV o las empresas. Las camisetas sponsoreadas también suben su valor, pero no alcanzan nunca el aumento incesante de gastos que los clubes deben hacer para mantener el negocio de otros.
Los clubes viven así eternamente endeudados y a la vez en una ficticia opulencia, al mejor estilo Estado norteamericano. Apenas reciben lo necesario para subsistir en ese estado, cada uno de acuerdo a su capacidad de ofrecer mayores mercados, los grandes llenándose de estrellas y los que están más abajo en la estratificación del fútbol mundial en una tortuosa e interminable supervivencia.
Este es el negocio al que veneran tanto muchos dirigentes, el negocio de otros, nunca de nuestros clubes, para nuestros clubes no hay negocio alguno ¿Por qué entonces respetar sus reglas? ¿Acaso nuestros clubes se mueven con fines de lucros?
Vélez debe hacer lo necesario para desprenderse lo máximo posible de esa lógica perversa que no puede ofrecerle ningún rédito. Debe buscar formas extrafutbolísticas de sobrevivir si desea moverse sin ser esclavo de los verdaderos dueños del negocio del fútbol. Debe obtener una masa societaria lo más grande posible y realizar obras que le generen ingresos independientes del fútbol. Obras deportivas y sociales, no meros negocios, no podemos cambiar nuestro carácter, pero que tengan la potencialidad de otorgarnos importantes ingresos que nos permitan movernos en el fútbol con libertad en relación a sus amos. Esa es, contradictoriamente, la única forma que tiene nuestro club de convertirse en una potencia futbolística, distanciarse todo lo posible del comercio que domina al fútbol.
De otro modo deberemos esperar que cada tanto caiga del cielo un Jeque a comprarnos un jugador a más del doble de lo que nos ofrecen en Europa.

Alejandro Irazabal

sábado, 19 de mayo de 2007

Simplemente Pichino

Corrían los 60 y Vélez se enfrentaba a aquel Atlanta de primera. Nada particular. Sólo un detalle, Atlanta salió a la cancha con un elemento cuya figura era casi un desafío a la idea de jugador de fútbol: arrastraba los pies, hablaba hasta por los codos, los efectos más visibles de sus acciones eran las reacciones amenazantes de sus rivales. Esa tarde volvió loco a todo Vélez, a los que estaban dentro de la cancha y a los de la tribuna. Sus diagonales desde la punta izquierda hacia el punto del penal culminaron con Ovejero cometiéndole infracción, penal que terminó dándole el triunfo Atlanta. Tal habrá sido el impacto que rápidamente nuestros dirigentes lo incorporaron. Allí comenzó a forjarse la increíble, inédita y disparatada historia de Juan Carlos “Pichino” Carone en Vélez.
Cundo jugaba en Atlanta vivía de la venta de escarbadientes, muy bien empaquetados, hasta entregaba factura a quien lo solicitaba, factura con la debida dirección por si algún cliente necesitaba hacer un reclamo o una devolución, curiosamente esa dirección era en la misma calle que el cementerio de la Chacarita, es más, en la misma vereda.
En Vélez se encontró con quien fue su socio en el juego, Daniel Wellington. Toda la sabiduría futbolística de “El Daniel” era rubricada en la red con la precisión y el olfato goleador de “Pichino”. De ese Carone que vistió la camiseta celeste y blanca en el Sudamericano 66, y que 15 días antes se quedo afuera del equipo que jugo el Mundial de Inglaterra ese mismo año.
En el mismo debut con nuestra camiseta por la Copa Roca, Vélez perdía con justicia ante Boca 2 a 0, “encontramos” un gol y el partido se pone a tiro, en ese entonces se podía hostigar, sin fricción, al arquero cuando este iba a reanudar el juego, pararse adelante y amagar. Con uno de estos hostigamientos que luego serían un clásico de él, “Pichino” comenzó a fastidiar nada manos que a Antonio Roma. En aquella época, los grandes no estaban acostumbrados a que se les “faltara el respeto” y la reacción de Roma no se hizo esperar, codazo, penal y 2 a 2. Suficiente para sacar patente de ídolo entre la gente de Vélez.
Pichino se ensañaba principalmente con los poderosos, por ello a Boca lo tenía de punto. En una oportunidad en la Bombonera, un gran triunfo con un Daniel iluminado, “Pichino” sacó su potrero y conectó un centro en la línea con la cola, no pudo gritar demasiado ese gol histórico, casi todo Boca lo corrió hasta mitad de cancha, nenes como Roma, Rattín, Silveira, etc., lo agarraron de la solapa y le gritaron “hacé los goles que puedas pero no nos cargues más”. La fama de Pichino era inversamente proporcional: mientras crecía el amor de los fortineros, se llenaban de odio el corazón de los rivales.
En aquella época, Estudiantes era otro poderoso. Ganaba de todo basado en una supuesta picardía de dudosa moral. Reinaban en el equipo de La Plata los Bilardos y los Pachames. Pero “Pichino” no se dejaba amilanar por el antifútbol. Muchas veces los dejó en la posición en que ellos solían dejar a los rivales: protestando impotentes ante el árbitro. En algunos casos lograba sacarlos totalmente, a ellos, los vivos del fútbol, los que sacaban rivales como un carpintero clavos. Una inolvidable fue en la mismísima La Plata, Vélez ganó 3 a 2. Aguirre Suárez, un defensor con escasísima técnica, pero poseedor de una vasta capacidad para golpear a mansalva a todo lo que poseyera el don de la vida, perdió el control en derredor de “Pichino”. Afuera los hinchas de Estudiantes, de cualidades humanas similares a las de su defensor, imitaron la actitud del mismo, es más, sin temor a caer en la sobreactuación nos cagaron a trompadas.
Desde la tribuna del medio frente a la platea con techo, éramos pocos y rodeados, a quien escribe le volaron una radio Spica que tenía pegada sobre su oído derecho con medio ladrillo, con un poco más de puntería, no estaría aquí contando esta historia (para felicidad de más de uno). No éramos guapos pero íbamos solos, a La Plata en tren, muy pocas veces Don Pepe nos puso micros y cuando los puso había que pagar. Pero si hubo uno en el que “Pichino” le hizo probar de su propio remedio (y nunca mejor usada esta relamida metáfora) a la banda de Zubeldía, fue aquella vez en que los antifútbol estaban dedicados a su mísera artimaña de cada vez que se ponían en ventaja: hacer tiempo. Pero mientras ellos iban, Carone ya tenía en el bolsillo una colección de pasajes ida y vuelta, tomó el botiquín de Estudiantes y lo arrojó a la tribuna de Vélez. Bilardo, que ya desde entonces era buche, fue corriendo al árbitro Nai Foino y le exigió “Hay que echar a Carone”. Nai Foino con la ironía que lo caracterizaba contesto “Sí, porque tenía que haberlo tirado más lejos”.
Otro record de “Pichino” fue lograr que lo corra un equipo entero, el de Argentinos Juniors. Vélez ganó 4 a 2, con goles de Willington, el polaco Cap y dos veces Carone. Al terminar el encuentro el arquero Miguelucci, que había sufrido a “Pichino” quizás como nunca, dio la orden: “a él”, y todos salieron en busca del goleador. Este, ni lerdo perezoso, volvió a salir del único túnel que había en el centro de la cancha, y se paró al lado de los árbitros del encuentro, mirando a la tribuna de Vélez. Calientes pero aún capaces de evaluar riesgos reglamentarios y físicos, los bichos se volvieron a las duchas.
Carone era un goleador, uno de los más grandes que vistió la V azulada. Cómo entonces no recordar sus goles, que también llevaban su sello, como aquel a Platense. Mientras el arquero Gerónimo hacía picar la pelota, vino en puntas de pie desde atrás, le sacó el balón y convirtió.

La picardía no quita la belleza, sino recordemos aquel gol a River después de una pared con sus socio Daniel, taco por sobre la cabeza de Ramos Delgado, y de voleo, como venía y a la carrera, ponerla en un rincón. En el arco estaba el más grande: Amadeo Carrizo. “Pichino” festejó señalando donde la había puesto, y esto contra aquel River lujoso, aunque escaso en títulos, el de Ermindo Onega y Artime, Pinino Más y tantos otros.
Esas obras cumbres fueron en el arco que hoy tiene a su espalda la tribuna visitante, por ello le he encargado a mi familia que el día que mi vida en este mundo llegue a su fin, mis cenizas sean esparcidas en ese lugar donde el asombro y la alegría siguieron a los mejores goles que me ha tocado presenciar.
Otro grande lo sufrió, el legendario arquero de San Lorenzo Agustín Irusta. Este, como muchos guardametas de la época, marcaba con algodones en el área la ubicación de los postes, para así calcular donde se paraba. Apenas comenzaba el partido “Pichino” se los pateaba. Si comenzamos a contar estas pequeñas picardías debemos pasar de la nota al libro.
Fue injusto que una lesión lo marginara de la gloria del 68 privándolo de ser titular. Lo reemplazó un jugador llamado Nogara, y permitió el advenimiento de alguien de nombre Carlos y de apellido Bianchi. Nogara está en casi todas las fotos de aquel logro, pero en la historia quedó Juan Carlos Carone.
Al final, aquel muchachito que amaba a su Atlanta, es hoy hombre de Vélez, el que se quedó para siempre en el corazón de la gente y en Villa Luro, donde juegue Vélez “Pichino” siempre está, porque se hizo hincha de Vélez y así está enseñándoles el camino a muchos jugadores actuales que cuando no juegan se van a otro lado o quizás a ver otro partido.

Angel García