martes, 12 de octubre de 2010

Todavía Están a Tiempo

Mucha agua corrió debajo del puente del fortín. En las últimas semanas empató con Arsenal, venció a Olimpo y perdió con Newell´s. Aún así, se mantiene entre los escoltas del torneo, siguiendo de cerca a Estudiantes, rival de la fecha 12. Bajos rendimientos, ¿problemas en la interna? Y dudas en la continuidad del DT… todo en menos de un mes.
Atrás quedaron las victorias y lujos de las primeras fechas. Incluso pareciera que fue otro equipo. La Copa Sudamericana quebró el rendimiento y la interna del equipo y de ahí en más, no se volvió a recuperar el nivel. Algunos jugadores no están en su mejor momento y otros pasan desapercibidos durante los 90 minutos.
Una nota en el sitio de internet CanchaLlena.com (el portal deportivo del diario La Nación) dejó en evidencia los problemas que atravesaría la interna del equipo. El eje del conflicto serían los llamados “referentes” y sus planteos hacia Ricardo Gareca luego de la eliminación en manos de Banfield. Afirman que ahí se quebró la relación. Ya sea verdad o mentira, lo cierto es que desde ese partido el equipo bajó mucho su nivel.
Primero fue el turno de ir a visitar a Arsenal a Sarandí y allí Vélez no pudo quebrar el empate. Tanto Barovero como Campestrini hicieron lo imposible para que sus equipos no pierdan. ¿El fortín dejaba dos puntos en el camino o rescataba uno de visitante? Gareca se encargaría de contestarlo al remarcar que el punto servía si luego se le ganaba a Olimpo.
Y ese partido iba a llegar un viernes por la noche. Vélez recibía en el Amalfitani al débil y necesitado Olimpo. Frente a un equipo en esas condiciones, los jugadores del fortín inflaron el pecho y pasaron por arriba a sus rivales. Fue un 3-0 contundente… como no podía ser de otra manera. Con esa victoria, cobraba otro valor ese punto en Sarandí… ¿Cobraba otro valor?
Una semana después, y ya con Estudiantes en la punta del torneo, había que visitar a Newell´s en Rosario. Un equipo sólido y fuerte que venía de una seguidilla importante de partidos de copa y campeonato. Allí llegaría otro duro golpe para el fortín. Pese a jugar un buen primer tiempo, Newell´s terminó sellando un 2-0 acertando en los momentos justos. Vélez nunca reaccionó. Esa derrota no hiso más que profundizar el mal momento que atraviesa Vélez cuando juega de visitante.
Con esos resultados, hubo que analizar el rendimiento de algunos jugadores que no están cumpliendo las expectativas. Primero el más jóven: Ricardo Álvarez está lejos de tener el rendimiento del torneo pasado y cada vez que entra al campo se lo nota en otra sintonía, con poca confianza. Otro de los que entran y no consiguen marcar diferencias es Cristaldo, que todavía no se reencontró con el gol. El churri tuvo situaciones para convertir, pero falló siempre en la última decisión.
De ellos hay que pasar a los más experimentados: Zapata, Somoza y Cubero. Ninguno de los tres está aportando al equipo lo que se necesita. Zapata no pesa en la ofensiva, Somoza falla más de lo que acierta y Cubero ni defiende ni ataca. Peor aún, los que entraron en sus lugares (Canteros, Razzotti y Díaz) hicieron un buen trabajo y ya no saben cómo pedir una oportunidad al DT.
Entre los de arriba, Santiago Silva no atraviesa su mejor momento. En estos partidos estuvo lejos de poder convertir y envuelto en demasiadas discusiones. Incluso, algunos hinchas lo ven con más kilos que en su regreso de Banfield. Este caso, por ahora, parece sólo cuestión de tiempo, confianza y trabajo de equipo (para que, por ejemplo, le llegue una pelota limpia para definir).
Ahora, la lesión de Iván Bella le dará una nueva oportunidad a Augusto Fernánez, quien todavía no demostró su valor como refuerzo. Desde que llegó, el ex River tuvo buenos y malos partidos y luego las lesiones lo mantuvieron alejado por varias semanas. Pagó el precio de no poder hacer la pretemporada completa y la falta de ritmo le pasó factura.
Con este panorama, Vélez sólo está a cinco puntos del puntero y en unas semanas le toca enfrentarlo en casa. Esa será la oportunidad para que los jugadores tomen conciencia, dejen atrás las supuestas diferencias y demuestren que están a la altura de un club centenario. Todavía están a tiempo…

Darío Salazar
www.planetavelez.com.ar

lunes, 11 de octubre de 2010

Ponga Huevo Fortín, Vaya al Frente...


Venimos de disfrutar una Fiesta Magna única, inigualable, colosal, otra perla de emoción para la Familia Velezana como lo fue aquella Caravana multitudinaria de principio de año. Toda la Gloria junta en una sola jornada, 100 Años de un gran Vélez que se vivió con toda la euforia y toda la pasión. En el año Centenario seguimos disfrutando de la magnificencia del Club distinto, diferente, envidiado. Y fue momento para las lágrimas sentimentales, para el recuerdo a nuestros antecesores que ya no están y que abrieron paso para que estas generaciones puedan venerar lo que supieron/supimos conseguir. No hay duda que cada paso de este 2010 trae aparejado un motivo para brindar por este cumpleaños, siempre es buena la ocasión de levantar una copa y sentarse a apreciar la Institución modelo que amamos con toda nuestra alma.
Claro que después hay que pasar al fútbol propiamente dicho; el vértigo impone esa vorágine. Está más que claro que el mejor regalo para este Gran Cumple sería bordar una estrella más en nuestro escudo. Queremos, anhelamos y deseamos una nueva vuelta olímpica para coronar todos los festejos que se vienen haciendo. El sueño principal, esa obsesión llamada Libertadores, quedó trunco y para otra ocasión. En menor escala, la Sudamericana aparecía como un premio consuelo y sin embargo muy tempranamente se dijo adios sin pena ni gloria. Queda, al cabo, la revancha y el objetivo de este Apertura que aparece como el último de los placeres que quedan en la mira. Se arrancó con todo el furor, con todo el ímpetu, considerado por propios y extraños como el mejor equipo del fútbol doméstico, y sin embargo ahora, con la mitad del camino recorrido, nos encuentra un poco rezagados en relación a toda la expectativa generada. Con una explicación a la vista: la falta de cosecha fuera de casa. Cuando en el Santuario Amalfitani se arrasa y se impone un respeto que nos infla el pecho, el asunto decrece totalmente en rodeo ajeno. Esa falta de equilibrio retumba en el ánimo y el asunto luego es remar y remar para volver a tomar posiciones de liderazgo. Es tan solo un llamado de atención si queremos pelear hasta el final; no caigamos en la intolerancia desmedida ya que aún nos encontramos entreverados en el lote de vanguardia. Confiamos en Gareca y su equipo para enderezar este rumbo que no está perdido, pero si a veces desorientado. Faltan muchos puntos en juego, todavía nos queda enfrentarnos al transitorio líder en lo que será una final anticipada y sabemos del potencial que tenemos para afrontar esta decisiva recta final.
En tanto, hay un Pueblo Fortinero que no baja los brazos en su entusiasmo. Que alienta, que empuja y que acompaña como siempre. Que desafió hace una semana las viscicitudes de un piquete en la ruta en un día laborable y estuvo haciendo el aguante en Rosario. Por eso, señores jugadores, estaría bueno –además- que al menos saluden y levanten los brazos aún en la derrota para esas huestes que de todos modos los aplaudieron. No perdamos de vista este detalle que aunque para ellos sea nimio, para el que dejó todo por soportar el combo fuga de trabajo/piquete/trayecto/cansancio, lo menos que espera es un “mimo” de sus representantes/ídolos/gladiadores. Todo suma, la armonía entre las famosas “cuatro patas” no debe resquebrajarse bajo ningún aspecto. Por eso también queremos(deseamos) alejar esas versiones que hablan de problemas de vestuario muchas veces desmentidas y que desde nuestro lugar es imposible descifrar. Paremos la pelota muchachos; levantemos la cabeza y empecemos a distribuír, hay material de sobra para devorarse todo lo que se ponga enfrente. Es solo cuestión de proponérselo seriamente.
Un nuevo partido como en esta ocasión en Casa debería ser el puntapié inicial, otro punto de partida para apuntalar el despegue definitivo. Se torna imperiosa la victoria y después sí empezar con la cosecha en calidad de visitante. Acá estamos, calentando las gargantas para alentar una vez más, para enterrar el último tropiezo y retomar la senda de la alegría. Como siempre decimos, y ahora más que nunca, Ponga Huevo Fortín Vaya al Frente… Ponga huevo que hay que ganar. Te lo pide toda la gente, la que nunca te vá a abandonar.

Daniel Ortiz

martes, 5 de octubre de 2010

El Irrepetible Beto Conde

Hace poco, Rolando Hangling (vestido), preguntó a Raul Gamez por sus ídolos futbolísticos, A Gamez Se le ilumino la cara cuando puso en su boca el nombre de Norberto Conde. Yo dije “al fin algo profundo em une a este hombre, El Beto Conde fue mi primer ídolo, claro que los que no somos ya unos viejos chotos como Raul y yo no saben mucho de este extraordinario jugador de vestía la camiseta de Vélez creyendo que era un frac de gala. Por ello quiero hoy, nada menos que en el centenario del club, dar a conocer a todos a quien admirábamos los chicos del oeste de aquellos años.

Voy a empezar hace exactamente 60 años en la manzana delimitada entre Guardia Nacional, Emilio Castro, Basualdo y Manuel Artigas. Allí había una cancha de fútbol que cuenta con una historia futbolística que puede provocar la envidia de muchos potreros; se llamaba la cancha de los “Sin Iguales”. Entre los tantos excelentes equipos barriales que ahí jugaban se encontraba “Corvalán” (club que hoy existe en la calle Tapalque entre Araujo y Basualdo), en ese equipo jugaba como marcador de punta derecha (half derecho, o 4 para la época) uno de los mas grandes ídolos que el Fortín le mostrara luego al mundo futbolístico. Quien escribe la nota, con apenas cinco años de edad, se escapaba de su casa, cruzaba Alberdi sin permiso y se subía a un banquito que tenía la precaución de llevar para elevarme por encima del público que copaba la cancha y poder disfrutar de aquellos memorables partidos. Si tengo una asignatura pendiente en la vida es no haber podido jugar nunca en esa canchita llena de gloria; la caída del gobierno peronista en el año 55 pasó el terreno a manos privadas y luego a la construcción del Colegio San Pio X; Pero cada vez que pásó por esa calle no puedo evitar recordar a ese jugador flaco y narigón que jugaba para “Corvalan” y que en unos pocos años más se iba a convertir en uno de los grandes jugadores y goleadores que vistieron la V de Vélez. Es que de quien estamos hablando es de Norberto “Beto” Conde, integrante de aquel equipo subcampeón del año 1953 de ese Vélez al que Amalfitani comenzaba a darle forma.
Hoy, comn tantos triunfos encima, muchos jóvenes se preguntarán cómo la gente de Vélez festejó tanto un subcampeonato. Seguramente no les contaron que salvo los autodenominados 5 grandes nadie tenía derecho a salir campeón (si alguien más se coronaba y tenía la cantidad suficiente de socios pasaba a tener 3 votos en AFA y a los “grandes” se les desarticulaba la hegemonía). Por eso a Vélez le robaron en el Monumental en un partido que termino 10 minutos más tarde (y con nueve hombres) hasta que River pudo empatar 2 a 2 con un gol de Mantegari y a la postre salir campeón, Si el resultado se hubiera mantenido, si el partido hubiera terminado cuando correspondía, Vélez tendría su primera estrella fechada en 1953.
Aquella delantera formidable la componían Sansone, Conde, el “maestro” Ferraro, Zubeldia y Manzi o Mendiburu. Los dos delanteros de área conformaban la pareja derecha Sansone, Conde; Ferraro pivoteaba, Zubeldia era el peón de brega, hoy se le llama volante de contención, un símil de Zapata, y el puntero izquierdo que cumplía un rol parecido a Papa, bajaba a defender y atacaba por la punta izquierda. Ese equipo de Vélez donde Norberto Conde era una de sus principales figuras también escribió una parte importante de una historia a la que hoy le festejamos 100 años. Como bien decía Mempo Giardinelli en el cuento “El Hincha”, cuando Vélez jugaba de visitante y no podíamos ir (en esos años no había micros y menos aún gratis y a Vélez sólo se lo transmitía cuando jugaba con los llamados “grandes”) escuchar en la radio el timbre y el consiguiente ¡!!Gol de Vélez!! Conde era una feliz constante, que luego seguía yendo a la esquina a esperar que se hagan las 9 de la noche y comprar la “sexta” con la síntesis del partido.
Norberto Conde fue para nuestra generación el primer ídolo que trascendió más allá de Vélez. Todos los años al finalizar los torneos los diarios hablaban que los llamados “grandes” iban a contar con él, la angustia invadía los corazones de la gente de Vélez y provocaba mi desazón; con mis 9 o 10 años, me paraba horas y horas en la esquina de Corvalán y Tapalque para poder verlo y decirle que no se vaya.
En aquellos años la selección se formaba con jugadores de los mejores equipos, como no podía ser de otra manera, el “Beto” estaba entre ellos, pasó a ser un jugador de elite y comenzó a codearse con los mejores. De los “Sin Iguales al Monumental”, un viaje muy rápido al éxito. Junto a Norberto Sansone integró la selección en un memorable partido frente a Italia.Una Italia que contó con una hinchada impresionante en River, eran los años que nuestros abuelos que habían venido “hacer la América” y engrandecer el país, eran padres aun. Ese partido lo ganó Argentina 1 a 0 con gol de Conde, la TV ya había llegado al país pero muy pocos la tenían, ese partido lo vi y lo viví en blanco y negro en un Garage de una casa de la Avenida Bruix casi esqina Alberdi, rodeado de gente de otros clubes. Si la memoria no me falla, el gol fue en el arco de Alcorta, salí corriendo hasta Alberdi a dar vueltas y saltar como un descosido (en esos años gritaba los goles). No me olvido del orgullo de volver el lunes al colegio con el pecho hinchado y agrandado como alpargata de gordo, Me acuerdo como si hubiera sido ayer que a las siete de la mañana ya estaba levantado, quería ir antes que abriera el colegio, “hacer la previa” hablando del Beto. Esa fue una de las tantas alegrías que me brindo Norberto Conde por eso para mí es una pieza fundamental de estos 100 años del club.
La carrera de Conde siguió cosechando glorias hasta que, como dicta la vida, un día se fue de Vélez. Todo llega su fin, hay tiempos biológicos inevitables, nadie. El jugador explosivo y goleador que disputo 224 encuentros con la camiseta de Vélez en los que marcó 108 tantos, le dejó paso a otro, con una faceta que nunca le habíamos descubierto: la de un jugador pensante, estratega y armador que otros clubes disfrutaron. Pasó a Huracán en 1959 (como luego haría Willington) y en el 61 a Atlanta. En Villa crespo tuvo una actuación fundamental en una campaña memorable de ese club. Luego de tres destacadas temporadas con los Bohemios (y un corto paso por Ferro) regresó a Vélez, donde se despidió del fútbol argentino (disputó algunos encuentros jugando para el Deportivo Cali de Colombia en 1966 antes de retirarse).
En la selección se detsca su participación en el plantel que obtuvo el Torneo Sudamericano de Fútbol de Chile en 1955 y varios encuentros amistosos y eliminatorias mundialistas.
Con la celeste y blanca dejó una anécdota jocosa que él niega rotundamente; pero les aseguramos que algo ocurrió. Ingreso por Labruna en un partido por la Copa Roca ante uruguay, el partido lo ganaba fácil Argentina, pero ante los ojos de todo el estadio salió desmayado a los segundos de ingresar al campo de juego, parece que un golpe en la mandíbula del central uruguayo Matías González (uno de los protagonistas del Maracanazo). Conde le habría largado un “¿cómo vamos?” mientras se arreglaba los pantaloncitos para empezar a jugar, Argentina ganaba por tres goles y el temperamental uruguayo lo tomo (tal vez con razón), como una cargada.
Hoy, a todos los que lo hemos disfrutado como jugador de fútbol nos alegra verlo caminar por las calles de su barrio, el mismo barrio donde paso toda su vida; se lo suele ver por Escalada casi Chascomus, en el comercio de Antonito Schinocca, otro hincha de Vélez. Disfrutó la fama y que se quedó en el mismo lugar donde creció y se formó, eso no es poca cosa ¿no les parece? Para terminar este homenaje sólo me resta decirle Gracias Beto, gracias por todas las alegrías que nos hiciste vivir, gracias por tus goles pegándole de aire y como venía, esa tribuna, que hoy es visitantes, muchas veces vibró al conjuro de tus goles, no solo la gente, también el frío cemento se contagiaba y parecía que se movía, pero sólo estaba aplaudiendo.

Angel García

lunes, 4 de octubre de 2010

Alonso Jugó en Vélez

Promediaba el primer tiempo de un caliente partido de Copa cuando un rival brasilero cayó aparatosamente al piso y, “argentinamente”, sin asegurarse que el árbitro cobrara el faul (o más bien, para asegurarse que el árbitro cobrara el faul) tomó la pelota con las manos como quien salva a un bebé de una caída fatal.
Pero estas mañas quedan en los brasileros como en los japoneses hacer pogo; el réferi no compró y cobró mano a favor de Vélez. En ese momento recordé en voz alta “Eso lo hacía Alonso, claro, quien no le iba a cobrar a Alonso, más con ese adiestramiento colectivo increíble que tenía la tribuna de River para imponer fauls por aclamación masiva”; pero inmediatamente recordé: “aunque creo que en Vélez también lo hacía”. En ese momento mi sobrino adolescente me corta sorprendido; “Tío ¡¿Alonso jugó en Vélez?!”.
Para mí (y para los cada vez menos gustadores del buen fútbol), que uno de los más exquisitos jugadores de la historia haya lucido la V en el pecho es un orgullo; y el hecho de notar que las nuevas generaciones de hinchas conocen a Alonso pero no saben que jugó en nuestro club me llama a iniciar una reparación histórica.
No se asusten los antigallinas, esto no va a ser nada que se le parezca a una apología del Beto en Vélez, pero si vamos a poner las cosas en su lugar lo más objetivamente posible.
Introduzcamos. Maradona fue para mí (y para casi todo el país) el mejor jugador de todos los tiempos. Sin embargo, a pesar de verlo poco, considero que Pelé lo superaba en estética de juego. Maradona era un futbolista adaptado al juego que irá dominando crecientemente al fútbol mundial desde los años 70 hasta volverse absolutamente hegemónico con el triunfo de Italia en España 82. Era un fútbol de pocos espacios y marca personal férrea; lo que se imponía era aprovechar al máximo los pocos metros que el rival dejaba. Diego era físicamente ideal para este fútbol, la cintura cerca del piso le permitía quebrarla a discreción y su fortaleza y habilidad de piernas le daban un veloz pique corto con impecable dominio de pelota, pero ese dominio era siempre llevando el balón por detrás del eje del cuerpo, la imagen es de “maraña”, de juego de despliegue reducido.
Pelé era un jugador elegante, dueño de amplias extensiones de campo de juego, piernas (y físico) de atleta, la pelota siempre delante de su ser, el pecho y la cabeza en alto; su imagen recordaba al de un varonil y orgulloso bailarín de ballet. Así era Alonso, no gratuitamente le pusieron el “Pelé blanco” después de culminar ante Santoro la obra que Pelé dejó inconclusa ante Mazurkiewicz. Si de Maradona decimos “habilidad”, de Alonso debemos decir “destreza”, Maradona “resolvía” rápidamente el juego, Alonso “desplegaba” el suyo. El Beto era un jugador hecho para los amplios espacios del Monumental, mientras Diego estaba hacho para la pequeña y dificultosa canchita de la Paternal, dos exponentes del juego exquisito, el de la gambeta de espacios reducidos y el de la contundencia ofensiva del gran estadio. Por ello creo que junto con Bochini (el máximo exponente del juego de toque), forman la gran trilogía del fútbol moderno en la Argentina.
No me queda ninguna duda que tenía todo para escribir su nombre junto a Pelé y Diego en lo más alto de la historia del fútbol mundial ¿Por qué no lo hizo? Porque fallaba en algo en que el negro y Maradona descollaban: mentalidad. Alonso fue débil mentalmente, requería siempre la reconfirmación de lo que era de parte de los demás, necesitaba un marco favorable para potenciarse; a diferencia de Diego, que se agigantaba en la adversidad, Alonso mostraba sus falencias cuando lo dejaban sólo, por ello no pudo ser él en Europa, por eso sus conflictos casi adolescentes con Menotti que le impidieron ser la estrella del 78; apenas un pincelazo de su genio en un taco para gol. Todavía hoy lo podemos ver por TV inseguro de lo que fue, defendiendo una jerarquía que a nadie se le ocurriría negar.
Este Alonso, tan extraordinario como débil, fue jugador de Vélez.
Esto en su momento fue un orgullo para todos los velezanos, incluso para quienes más lo defenestran hoy. Es que era una contundente señal de crecimiento de nuestro club. Alonso no habría accedido a jugar en Argentinos, ni siquiera en Huracán o Central; que aceptara jugar en Vélez significaba que Vélez tenía ya la categoría suficiente para contenerlo. Petracca (decidido a ganar un título, más allá de las pavadas que digan hoy algunos contra esa realidad), armó un verdadero “dream team”; trajo al símbolo de Boca, Pernía; al arquero de mayor ascenso, Pumpido; al campeón del mundo, Killer y se aprovechó de la pelea del Beto con Di Stefano para tentarlo a mudarse a Liniers. Alonso, por las debilidades de su personalidad ya dichas, era de por sí conflictivo, Labruna lo manejaba paternalmente, pero ya no estaba; Alfredo Di Stefano esperó tener un campeonato en su haber (Nacional 81) y conseguir así la legitimidad necesaria para dejar de soportarlo. El 10 y el DT chocaron irreconciliablemente y en Liniers se estaba armando un equipo histórico, la propuesta de Petracca era suficientemente buena para agarrar viaje y Alonso salió a la cancha vistiendo una Sportlandia el 14 de febrero de 1982 para caer 0-1 en Rosario ante Renato Cesarini.
La siguiente fecha del Nacional 82 fue recibiendo a Guaraní Antonio Franco; a pesar de la derrota previa la popular local estaba llena, la barra lucía banderas nuevas, cuadradas y de palos. Todos querían ver a esa acumulación de estrellas que era Vélez, las adquiridas y las propias como Bianchi e Ischia; pero sobre todo querían ver al Beto con la camiseta de Vélez puesta. Me recuerdo un chico de primaria subido con otro puñado de congéneres al techo del bañito de la popular oeste, extrañado por el atronar de un Alooooonso Alooooonso saliendo de debajo de un enjambre de banderas azules y blancas, para mi ese era el grito símbolo de la hinchada que más odiaba (River nos tenía de hijo). También recuerdo a centenares de gallinas que no estaban dispuestos a abandonar a su ídolo, y menos a privar a sus ojos de sus artes. Aquella era una época más sana, los detectados (que no hacían mucho por esconderse) sólo recibían cargadas por la pérdida de su máximo fetiche en manos del club con más proyección de grandeza.
Pero Vélez no fue la excepción a la regla que dicta que las sumatorias de estrellas se resisten a convertirse en equipo, la campaña en ese Nacional fue muy errática. Alonso, venía del banco de River con poco fútbol y deterioro físico, más de una vez tuvo que hacer banco para entrar en el segundo tiempo por el Pino Hernández. Vélez se quedó afuera rápidamente con pena y sin gloria. Pero para el Metro, Lorenzo -con el fracaso reciente como espuela- logró amalgamar nombres e iniciar una campaña esperanzadora. Lorenzo empezó con su sello: 1 a 0 a Sarmiento de local jugando horrible. El Gráfico cita a un hincha: “Nos vamos a tener que acostumbrar a esto: un gol y a sufrir”. Pero por suerte el Toto comprendió que los nombres que tenía no coincidían con la mezquindad que lo caracterizaba. A Alonso lo liberó del rol de centrodelantero que traía del último River diciéndole “sos el mejor 10 de la Argentina”, lo libró a su creatividad y fue un 10 que se corría hacia el 9 (también como Pelé). Ischia se postuló como su JJ López. Cuando se iba arriba la movilidad del triángulo Bianchi – Alonso – Comas desarticulaba a cualquier rival.
El pico se alcanzó un sábado en el Amalfitani contra Argentinos. A Vélez le sobra equipo, gana 2 a 0 con brillo y, al fin, con un Alonso que vuelve a ser el Beto. El Gráfico habla del “talento lujoso de Alonso”, cada vez que tocaba la pelota era ovacionado por todo el estadio.
Se venía River, esperaba el partido con un tobillo dolorido después de un choque con Heredia, pero no se lo iba a perder. El Gráfico le hace una nota en la que habla más de River que de Vélez, un hecho imposible en el contexto absurdo del absurdo fanatismo actual. Pero Vélez había traído un símbolo de River, era más absurdo esperar otra cosa, en aquella época se entendía esto (y se “entendía” en general).
Alonso sale por primera vez al monumental con una camiseta visitante para hacer un gol histórico, de cabeza por encima de Fillol (Alonso, como Pelé, fue un gran cabeceador), el primer gol no gritado que recuerdo, no gritado por él, pero si con desenfreno por los miles de fortineros en la segunda bandeja; aunque no con tanto desenfreno como gritamos a nada del final el 3 a 2 de Lucero mientras las gallinas festejaban todavía un 2 a 2 casi sobre la hora remontando un 0-2 que parecía irrevocable teniendo a un Lorenzo en el banco.
Vélez llegó a la punta con Alonso al máximo, con todo el viento a favor. Pero una noche en Parque Patricio nos sorprendió un 0-3 recibido de parte de las ruinas de lo que había sido un gran equipo. Vélez piloteó unas fechas más, pero era evidente que se caía, y se cayó; y con Vélez se cayó Alonso. Sin el viento a favor Alonso no volaba, y en Vélez era un extraño, no había consideraciones, comenzó a escaparse detrás de sus nanas; dolores como el del tobillo que no le impidió entrar al monumental a llorar un gol rencoroso, ahora lo dejaban afuera con demasiada asiduidad, el público se impacientaba, el Alonsooo Alonsooo casi no volvió a escucharse nunca más.
Vélez perdió la punta y con ello la presión que Killer había sintetizado después de la primera fecha: “Tenemos la obligación de salir campeón y eso puede llevarnos al descontrol”. Se recuperó, y, sin presión recuperó también a Alonso. ¿Hasta cuándo? Hasta que fuimos a La Plata a bajar a Estudiantes y entrar de nuevo a pelear el título. En La Plata estaba un Bilardo ya pretendido por Grondona que necesitaba un campeonato para desplazar a Menotti. Vélez superó claramente a Estudiantes durante el primer tiempo, el gol era cuestión de tiempo y quedaban para ello 45 minutos más, pero una bomba en el vestuario de Vélez suspendió el partido. Un viejo “vivo” destronado por uno nuevo, de nueva escuela, con menos límites. Mucho después se completó el partido con un Vélez otra vez caído por la presión (otros eran más audaces), Estudiantes ganó 1 a 0, se fue directo al título y Bilardo a la selección.
La presión y la caída trajo a Vélez al Alonso conflictivo, su tendencia a pararse como centrodelantero definidor fue la base para chocar con Bianchi, "Jugando con un poco menos de egoísmo, hubiéramos hecho más goles", dijo el goleador, después de un triunfo ante River que pudo ser una paliza histórica. El 10 quería otro gol despechado ante su ex novia. Alonso contestó “Bianchi o yo”, se dijo que hubo manos al aire, pero encerrados a la vieja usanza se arregló el problema y ambos siguieron en el club, Bianchi metiéndola y Alonso saliendo del equipo acusando nanas.
Siguió un corto Nacional con un Alonso con buen promedio de gol (6 en 12 partidos). River nos dejó afuera por la mínima en octavos. Fue el prologo de su despareja despedida en un Metro en el que Vélez arrimó, pero los animadores fueron otros. Alonso jugaba cada vez menos.
Santili se presentó como candidato a la Presidencia de River con la vuelta de Alonso como principal consigna, ganó por robo y el Beto impuso el cumplimiento de una cláusula de su contrato a Petracca (si River ponía la plata que puso Vélez se lo llevaba) para irse a hacer banco al equipo histórico del Bambino Veira.
En el primer partido de Alonso con River en Vélez fue el más insultado por la popular local. No parecía haber quedado nada. Sin embargo, hoy, a la distancia, puedo recordar en azul y blanco pinceladas mágicas de uno de los más grandes jugadores del fútbol argentino. Recuerdo muchos aplausos, muchos Alonsooo Alonsooo, muchas cargadas a compañeros de escuela gallinas por haberles robado su máximo ídolo, mucha sensación de jerarquía al ver a ese gigante del fútbol con la V en el pecho. Es que la llegada de Alonso les refregó a todos la grandeza que Vélez había conseguido, si el Beto jugó en Vélez ¿Quién podía decir que no? Vélez era un club digno de estrellas de todo nivel, Vélez ya era un grande. Ahora sólo faltaban los triunfos que llegaron 10 años después, y en esos días de gloria un vago resabio alonsiano perduró, uno de los jugadores fundamentales de los 90 lleva como apodo “Beto” por su idolatría hacía Norberto Osvaldo Alonso, ex jugador de Vélez.

Alejandro Irazabal