viernes, 20 de febrero de 2009

¿Debe Vélez Ser un “Club de Fútbol”?

Hace un tiempo, en dos notas sobre este tema hemos intentado demostrar que Vélez no puede ser un “club de fútbol”; hemos argumentado e historiado en ellas como Vélez llegó a ser una de las principales instituciones del país gracias a su carácter “social y multideportivo”.
Esta última definición implica para nosotros, no la equiparación del fútbol con el patín carrera, sino la utilización de los recursos históricos de nuestro club a favor de toda la institución, en especial de su deporte legítimamente privilegiado: el fútbol.
En está oportunidad pasaremos del “poder ser” al “deber ser”, intentaremos justificar por que Vélez no debe ser un club reducido a su principal deporte.
En primer lugar consideramos ilegitimo intentar definir hoy a Vélez de un modo opuesto al que nuestros grandes constructores edificaron, ladrillo sobre ladrillo, una identidad definida como pocos clubes en la Argentina.
Vélez se construyó y engrandeció bajo el lema de Don Pepe “cada chico que entra con su bolsito al club es un campeonato” ¿Tenemos derecho a cambiar tal carácter?
La inmensa mayoría de los actuales socios nos hemos incorporado a un club que ya había definido su identidad, la asociación a un club es un acto voluntario ¿por qué asociarme a algo cuya esencia no comparto? Puedo hacerlo a cualquier otro que se adecue a mis pretensiones ¿Puedo hacerme socio de River y pretender que el Monumental pase a llamarse Silvio Marzolini? ¿O a Boca y pretender que su camiseta pase a ser blanca con una banda roja? Si mi ídolo es Marzolini lo recomendable es adherir a Boca Juniors, así como si deseo es pertenecer a un club cuya camiseta sea blanca y roja, lo que debo hacer es asociarme a River Plate.
Sin duda las instituciones deben adaptarse a cada tiempo, pero siempre respetando su identidad básica, porque esa identidad es el club mismo, lo que le otorga una especifica entidad en el mundo.
Puede un dramaturgo adaptar el Martín Fierro, convertirlo en un gaucho amanerado, con las bombachas todas bordadas en macramé, pero lo que no puede hacer de ningún modo es convertirlo en un patrón de estancia o en buchón de desertores.
¿Qué queremos decir con esto? Que si hemos elegido a Vélez, debemos elegir a “Vélez”, no a “Boca”, quien quiera ser Boca la dirección es Brandsen 805. Vélez es cientos de metros de instalaciones deportivas y culturales ¿Para qué creen que se edificaron durante décadas? ¿Para tener un gigantesco chivo emisario cada vez que fallamos en la administración de las finanzas del club? ¿Por qué Don Pepe no construyó meras tribunas, como muchos clubes en aquella época, y en lugar de ello elevó un estadio que es un club en sí mismo?
Porque Vélez no es Boca, Vélez es Vélez.
Vélez es una institución integral que siempre buscó justificar socialmente su existencia, cuyos dirigentes no se limitaron a “administrar la pasión” por el fútbol, sino que construyeron una organización social en la que su amor por el fútbol se amalgamara con servicios provechosos para la sociedad.
El principal fue el deporte, elevaron un imperio deportivo y lo llenaron de chicos que, mediante una gran diversidad de actividades, canalizarán positivamente su construcción personal.
El deporte es un colectivizador de hábitos admirable, una actividad educativa que muchas veces supera a los contenidos escolares, tantas veces arbitrarios. Con su práctica el chico incorpora al otro como semejante, internaliza ordenamientos que le sirven para orientar su vida productivamente, comprende el valor del esfuerzo colectivo; se percibe como un sujeto pleno, capaz de esforzarse por un objetivo superador. Gracias al deporte se dejan atrás espíritus sumisos, y se adquiere uno de lucha; las chicas aprenden que pueden ser fuertes y no resignarse a los papeles de muñequitas dóciles que les asigna un sector dominante de la sociedad.
Vélez también es cultura, no repetiré acá nuevamente los merecidos elogios que número a número damos al departamento encargado de estas actividades. Tampoco creo necesario demostrar la positividad de las prácticas culturales, doy por hecho que su reconocimiento es unánime.
¿Debemos dejar de lado todo esto sólo porque nos gusta el fútbol? No hay ninguna razón. No deberíamos hacerlo incluso cuando el fútbol se viera perjudicado. Pero de ninguna manera es así. No sólo que ambos aspectos de nuestro club no se contradicen, sino que se potencian mutuamente. Repetimos nuevamente y lo haremos hasta hartarlos: recuperemos el club y el Amalfitani se llenará nuevamente de gloria.

Alejandro Irazabal

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